Celebrado por primera vez en Argentina y adoptado por varios países, el Día Mundial del Campo pone de manifiesto la importancia del entorno rural para el bienestar social, ambiental y económico de todos los países.
La palabra “campo” engloba el espacio físico que alberga distintas tierras, ecosistemas y agroecosistemas, poblaciones rurales y formas de vida agrarias en contraposición con lo urbano. Las modificaciones al medio rural han contribuido a obtener ciertos beneficios en pro del bienestar humano y del desarrollo económico, pero también han supuesto una grave degradación de recursos y ecosistemas, así como cultural.
La importancia del campo se asocia a volúmenes de producción de alimentos y materias primas. Esta visión meramente productiva y reduccionista pone en riesgo el equilibrio de los sistemas rurales y el resto de servicios que prestan a la sociedad: regulación del ciclo hidrológico, mantenimiento de la composición de gases de la atmósfera, conservación de la biodiversidad, protección del suelo o belleza escénica de paisajes.
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En nuestro país casi una tercera parte de los habitantes es población rural. Hace una década, 30.2 millones de personas habitaban el campo, concentradas principalmente en los estados de Veracruz, Oaxaca, Chiapas, el Estado de México y Puebla, cada una con más de 2 millones de personas en comunidades rurales. Seis entidades tenían en 2010 predominio de población rural: Oaxaca, 64%; Chiapas, 61.2%; Hidalgo, 58.5%; Tabasco, 56.1%; Zacatecas, 55.1% y Guerrero, 53.4%.