Las autoridades buscan acabar con el dominio de Live Nation en la venta de tickets.
En un golpe contundente al gigante del entretenimiento, el gobierno de Estados Unidos ha presentado una demanda antimonopolio contra Live Nation, empresa matriz de Ticketmaster. La acusación central: monopolizar el mercado de venta de entradas a conciertos y eventos en vivo.
¿Cuáles son las prácticas anticompetitivas de Ticketmaster?
Las acusaciones contra la compañía son amplias y abarcan diversos frentes:
- Acuerdos exclusivos: Live Nation firma contratos de exclusividad con recintos, impidiendo que otros vendedores de entradas operen en ellos. Estos contratos pueden durar más de una década, asfixiando a la competencia.
- Adquisiciones estratégicas: La empresa ha comprado sistemáticamente lugares de eventos, consolidando aún más su control sobre el mercado.
- Presión a los artistas: Ticketmaster utiliza su poder para obligar a los artistas a utilizar sus servicios de promoción, excluyendo a otros competidores.
- Eliminación de rivales potenciales: La compañía ha implementado estrategias para eliminar cualquier amenaza potencial a su dominio, como la compra de empresas emergentes.
¿Cómo afecta esto a los consumidores?
Las prácticas anticompetitivas de Ticketmaster tienen un impacto directo en los consumidores:
- Precios más altos: Al no existir competencia, Ticketmaster puede fijar precios exorbitantes para las entradas.
- Menos opciones: Los fans tienen menos opciones para comprar entradas, lo que limita su acceso a eventos y conciertos.
- Menos oportunidades para los artistas: Los artistas emergentes tienen menos oportunidades de tocar en grandes escenarios debido a las prácticas de Ticketmaster.
¿Qué medidas se tomarán?
La demanda busca desmantelar el monopolio de Live Nation y proteger a la competencia. Entre las posibles medidas se encuentran:
- Obligar a Live Nation a deshacerse de algunos de sus activos.
- Prohibirle firmar acuerdos exclusivos con recintos.
- Permitir que otros vendedores de entradas operen en sus lugares.
La empresa ha negado las acusaciones y ha calificado la demanda como un ataque «antiempresarial». Sin embargo, la evidencia y el descontento generalizado entre los consumidores y artistas parecen indicar lo contrario.