De Pelé a Neymar: Las Fortunas Millonarias, la Pasión Perdida, la Influencia de Arabia y la Corrupción en el Fútbol Actual

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“En el olvido” quedan los tiempos en que el fútbol era un campo de pasión y amor por el juego.

Neymar está lesionado, su regreso al fútbol es incierto pero no quita que fue el
cuarto deportista mejor pagado del mundo en 2022, con unos ingresos totales de
95 millones de dólares. Setenta de esos millones los ganó en el campo y el resto lo
hizo fuera de él.


“En el olvido” quedan los tiempos en que el fútbol era un campo de pasión y amor
por el juego. Jugadores como Ronaldinho, cuya sonrisa encantadora reflejaba la
verdadera esencia del deporte, o figuras icónicas como Pelé y Maradona, quienes
llevaban la pasión en sus corazones y no solo en sus cuentas bancarias, nos
recordaban que el fútbol era algo más que dinero y reflectores mediáticos.


La pasión por el fútbol, que alguna vez inspiró sonrisas y desbordaba en cada rincón
del planeta, ha cedido terreno ante una realidad más compleja y a menudo
desalentadora. Jugadores icónicos como Neymar, cuya lesión reciente plantea
dudas sobre su futuro en el campo, han amasado fortunas deslumbrantes gracias a
las inversiones de potencias económicas en un deporte que se ha convertido en un
campo de batalla financiero.


Pero no se trata solo de un juego de dinero y reflectores mediáticos; se trata de la
influencia política global que estos desarrollos están ejerciendo, a menudo a través
del liderazgo de las ligas de fútbol.


Hoy, ese gusto y emoción genuina por el balón pie se ha desvanecido, la presencia
de CR7 en Arabia, de un Messi rumbo al retiro en la MLS, nos acerca cada vez más
al día en que los días del Joga Bonito y el amor al fútbol queden relegados a un
segundo plano ante el imparable avance del impulso industrial de los bloques
económicos que han transformado a los jugadores de fútbol en atletas capitalistas
con sumos objetivos financieros, convirtiendo el deporte en un campo de batalla
donde los altos salarios son solo la punta del iceberg.


Es innegable que el dinero ha permeado profundamente el mundo del fútbol. Las
potencias económicas, ya sean países ricos o conglomerados empresariales, han
desempeñado un papel crucial en la transformación de este deporte. No solo
adquieren clubes europeos prominentes, sino que también invierten fuertemente en
la infraestructura de los equipos, atrayendo a más talento y aumentando la
competitividad en el campo. Pero también atrayendo más ventas, turismo y ventas
globales mediante icónicos deportivos que se encuentran enajenados de la realidad
futbolística a nivel global.


Un ejemplo reciente que destaca esta tendencia es el fichaje de Cristiano Ronaldo
por el Al-Nassr F. C., un movimiento que ha sesgado aún más la balanza hacia la
Liga de Arabia. A él se suma una lista creciente de estrellas como Neymar, Kanté,
Mané, Benzema y otros que han migrado de los clubes europeos en busca de
salarios lucrativos.


Europa fue el centro del mundo una de las economías más fuertes y que por
décadas ha decidido el rumbo de muchos aspectos socioeconómicos junto con
Estados Unidos, sin embargo Arabia Saudita, sostenida en gran parte por la
industria petrolera, se ha convertido en un jugador importante en la escena del fútbol
mundial.


Desde adquirir clubes europeos destacados hasta organizar eventos deportivos de
envergadura, Arabia Saudita ha demostrado que su influencia se extiende más allá
de sus fronteras, convirtiendo al fútbol en un medio de proyección de poder e
influencia global, no perdamos de vista que aparte de los 200 millones de euros que
Al-Nassr pagó por CR7, el múltiple ganador de la UEFA Champions League
Cristiano asumió también importantes contratos publicitarios, presencias en eventos
para la promoción de Arabia Saudita y así como ser la imagen en su candidatura
para la organización del Mundial que buscan para 2030 o 2034.


No podemos pasar por alto la influencia perniciosa de la corrupción en la FIFA, que
ha contribuido al distorsionado panorama actual del fútbol. Uno de los ejemplos más
notorios fue la atribución del Mundial de Qatar 2022. Las acusaciones de soborno y
tráfico de influencias han suscitado serias dudas sobre la integridad de la elección
de Qatar como sede del torneo.


Este controvertido proceso de selección, impulsado por intereses financieros en
lugar de la pasión por el deporte, es un símbolo de la corrupción que ha socavado
la credibilidad del fútbol.


Como dato en relación a la lesión de Neymar me parece importante mencionar que
el Al-Hilal equipo donde milita Neymar, estará recibiendo 144.7 millones de pesos
después de que el futbolista brasileño sufriera una rotura de ligamentos
las Eliminatorias de la Conmebol. Dinero que probablemente solo regresa a a la
zona de sus dueños después de lo la elección de Qatar como sede del último
mundial.


Este ascenso de Arabia Saudita en el fútbol y la influencia corrupta en la elección
de sedes de la Copa del Mundo son ejemplos de cómo el deporte puede influir en
el cambio de bloques económicos.


La inversión en clubes europeos y eventos deportivos de alto perfil no solo es una
apuesta en un entretenimiento popular, sino una inversión en la economía global y
la política global. Este fenómeno cuestiona la sostenibilidad y la equidad en el
deporte, al tiempo que socava la autenticidad y la pasión que alguna vez
caracterizaron al fútbol.


El liderazgo de las ligas de fútbol en todo el mundo no solo afecta al deporte, sino
que también ejerce influencia en la política global. Las decisiones de las ligas y los
clubes pueden tener un impacto significativo en las relaciones internacionales y en
la imagen de un país en el escenario mundial.


Tal es el caso de la influencia de el presupuesto generado por este deporte que en
el periodo financiero 2019-2022, Los ingresos de la FIFA alcanzaron un nuevo
récord de 7.568 millones de USD.


Para darnos una idea tangible, según datos de la ONU se calcula que el coste de
evitar la hambruna en el mundo es de 7000 millones de dólares. Arabia Saudita
paso de gastar en los últimos 10 años entre 200 y 270 millones de dólares a gastar
1.000 millones de dólares en la temporada 2023/24. Por lo que fácilmente con el
presupuesto del fútbol ya sea global o simplemente de Arabia o Europa, se podrían
crear alternativas para este padecer mundial.
.
El fútbol, que alguna vez fue una manifestación pura de pasión y amor por el juego,
se ha transformado en un campo de negocios multimillonarios y política global. La
influencia de las potencias económicas, la corrupción en el deporte y el liderazgo de
las ligas de fútbol están moldeando el futuro del deporte más popular del mundo.
En este escenario, la pasión y el amor por el fútbol a menudo quedan en segundo
plano. Recuperar la autenticidad y la pasión que alguna vez caracterizaron al fútbol
es un desafío en medio de la creciente influencia política y financiera. El futuro del
fútbol, tanto en el campo como en el ámbito global, es incierto, y está en manos de
quienes lideran el deporte y los fanáticos apasionados que siguen amando el juego
más allá de los números y las políticas.


Lo que nos toca es gozar del fútbol más allá de las ligas acaparadoras, de los
estadios saturados de publicidad, de las figuras que valen millones,regresemos a
la fantasía, esa que está a la vuelta de la esquina en un campo de llano, en la reta
del parque o la escuelita, en la nominadas con papá, en los pases con los hermanos,
en los goles ahogados de las ligas después del trabajo de oficina, juntos
recuperemos este bonito deporte donde con pasión gritamos gol desde donde
podemos con el balón en los pies, que “En el Olvido” quede la mafia deportiva y no
la magia del fútbol.


Como lo diría alguna vez el eterno diez del argentina Diego Armando Maradona en
su camino de redención “La pelota no se mancha”.
José Iván Del Villar González

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