Los experimentos de física que cambiaron la historia (Parte 1)

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Este artículo me encanta. Juntar ciencia con un poco de historia e intentar explicar auténticas genialidades creativas es muy entretenido. Todos sabemos que los físicos teóricos tipo Einstein o Hawking son máquinas científicas con una capacidad de abstracción inhumana para hacer milagros con solo papel y pluma y mucho conocimiento matemático. Pero muchas veces nos olvidamos de los otros héroes de la historia. Auténticos genios creativos capaces de idear experimentos que han cambiado por completo nuestra manera de entender el mundo y que son los MacGyver de la ciencia.

El grado de genialidad de esta gente es de locos y quería, como si fuera la gala de los Oscars, dar los premios a los mas geniales entre los geniales y de paso divertirme un rato con ustedes intentando explicar, de manera muy sencilla, los experimentos más increíbles que se han hecho en los últimos cientos de años. Vamos por ello:

Galileo demuestra que los objetos caen siempre a la misma velocidad (1589)

¿Qué pesa mas, 1kg de paja o 1kg de hierro? ¿Se acuerdan de esta pregunta que hacíamos de niños para reírnos de un compañero? Cambien la pregunta ligeramente: Si tiramos por nuestra ventana, al mismo tiempo, una bola de boliche de 5kg y unas gafas de sol ultra ligeras, ¿cual de las 2 llega antes al suelo? Ojo que no es obvio. Aristóteles, un genio entre los genios, había postulado, casi 2.000 años antes, que los objetos caen a diferente velocidad en función de su peso; cuanto más pesados, más rápida es la caída.

El mito habla que Galileo, desde lo alto de la torre de Pisa, le dió un golpe en los morros a Aristóteles, tirando bolas de diferente peso y demostrando que todas tocaban el suelo al mismo tiempo.

La realidad es un poquito diferente y no tan poética. Galileo sí demostró que el gran filósofo griego se equivocaba de raíz pero lo hizo construyendo una serie de rampas inclinadas (se conserva todavía alguna en su museo de Florencia) donde si lanzaba bolas de diferentes pesos y pudo medir que la aceleración de todas era siempre la misma.

Entonces… (pensará usted con toda la razón del mundo) ¿por qué si hago este mismo experimento en mi casa y mido la caída entre una bola pesada y algo tipo una pluma o una hoja de papel, no se da el mismo resultado? La pluma cae muchísimo más lenta que la bola. Pues señores, aquí está lo increíble, la pluma quiere caer igual de rápido que la bola. Si llega más lento es porque le afecta muchísimo más la resistencia del aire. Es el propio aire el que detiene a la pluma, pero ambas son afectadas exactamente igual por la gravedad.

Un complemento bellísimo a este experimento del siglo XVI es lo que hicimos en la luna hace 50 años. No les va a costar encontrar en internet el video donde el astronauta David Scott, en homenaje absoluto al genio de Galileo, deja caer desde sus manos, en la superficie de la Luna, un martillo y una pluma y ambos… ¡llegan al suelo al mismo tiempo! Claro, en la Luna no hay aire, nada causa resistencia a la caída. Por favor vean este video o un video moderno parecido donde se hace este experimento entre una bola de boliche y una pluma cayendo desde muy alto en una cámara de vacío. Van a darse cuenta como lo que ven en el video es totalmente anti-intuitivo. Les va a explotar la cabeza. La pluma cae exactamente igual que una bola pesada. Cuesta creerlo. Sin aire, todo es atraído exactamente igual por la gravedad, independientemente de su peso o de su forma. Muy hermoso video. Les va a costar creer lo que ven.

Hippolyte Fizeau mide la velocidad de la luz (1851)

¿Como medirían ustedes la velocidad de la luz sin utilizar cronómetros de precisión ni tecnologías avanzadas? Estamos hablando de una época donde el grado de precisión de los relojes se medía en segundos y estamos hablando de medir algo que va muy pero muy muy rápido. Si estos relojes no nos valdrían ni para ver quien gana una carrera de 100 metros lisos, ¿como podemos medir la velocidad de algo que ahora sabemos que se mueve a 300.000 km por segundo? Grande Hippolyte con su imaginación. Visualicen lo siguiente:

El señor Fizeau utilizó una rueda dentada de 720 dientes. Producimos una luz muy brillante que dirigimos a uno de los espacios que existe entre dos dientes de la rueda. El rayo de luz sale de este aparato, que situó Fizeau en el monte de Montmartre en París. Cuando la rueda se hace girar, el rayo de luz se interrumpe según se van poniendo en medio los dientes de la rueda.

Este rayo de luz “chopeado” se dirige a un espejo situado a más de 8 kilómetros de distancia, en el monte Valériene, que lo refleja de nuevo hacia la rueda dentada, haciéndolo pasar en su camino de vuelta por el mismo punto por el que ha pasado en el camino de ida. Si la rueda está parada, Fizeau ve perfectamente el rayo luminoso de vuelta. Si ahora hacemos girar la rueda con velocidad creciente, llegará un punto en el que el tiempo que tarda la luz en recorrer los más de 17 km de camino es suficiente para que la rueda haya girado y el trozo de rayo de vuelta encuentre un diente en lugar de hueco. En ese momento se deja de ver la luz. Midiendo la velocidad de rotación del disco y sabiendo la distancia recorrida por el rayo

¡Tenemos la velocidad de la luz! Este gran científico fue capaz de medirla con solo un 5% de error utilizando una rueda dentada que gira con un motor y dos espejos. Una auténtica locura. Un ejemplo maravilloso de lo que se puede hacer con una menta bien estructurada y muchos kilos de creatividad e imaginación.

Y es que decía mi amado Einstein que la creatividad es la inteligencia divirtiéndose. Así que sean creativos mis amantes de la ciencia. Diviértanse y recuerden, vayan siempre por la sombra. ¡Un abrazo enorme!

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