Las declaraciones de López Obrador son las mismas que después balbucea Sheinbaum. Claudia
vive a la sombra de Andrés Manuel sin que su silueta se recorte mínimamente más allá de esa
sombra. No tiene más palabras que las del Presidente, también sus gestos y el tono y la dicción.
López Obrador hace campaña a Claudia porque Claudia es López Obrador que siempre está
en campaña. Se comenta que ese mimetismo es estrategia política. Más bien supervivencia,
porque en lo político Claudia solo puede ser doble de AMLO a condición de no ser Claudia.
Nada hay en lo político de Sheinbaum que no sea de Andrés Manuel. No sorprende que, ante
las masacres de Hamas, Claudia repita lo previamente pronunciado por López Obrador:
“México siempre ha estado en contra de la guerra y las armas, a favor de la paz”. Además, el
Presidente se postula para encabezar cualquier comité destinado a garantizar la paz entre Israel
y Palestina a petición de la ONU. Círculos internacionales y diplomáticos se muestran
conmovidos ante la emotiva iniciativa presidencial. Es fama que Andrés Manuel se apega con
rigor a la doctrina Estrada: “El respeto al derecho ajeno es la paz” que en lo interno significa
que “la falta de respeto al derecho propio es la guerra”.
No es descartable que López Obrador se crea sus palabras o que se ría de los
mexicanos y de la comunidad internacional o ambas. Cualquiera que sea la opción correcta
merece un internamiento inmediato en un sanatorio mental. Andrés Manuel es muy gracioso,
pero a veces incurre en el ridículo sin dejar de ser graciosamente ridículo. Exclamar que
México está por la paz es una boutade porque en México hay de todo menos paz; que está en
contra de las armas es una idiotez porque en México sobran armas; que combate el dolor es
una estupidez porque en México hay exceso de dolor. En el conflicto entre Israel y Palestina
han muerto de momento 1,800 personas, lo que supone el 1% de los asesinados en el sexenio
de López Obrador a falta de un año. Si los mexicanos no le importan se antoja complicado que
los palestinos e israelitas le importen. Pero bueno, estamos ante un estadista. Claro, ha sido
decisiva para alcanzar esta cifra la efectiva estrategia de “abrazos y no balazos” que exportará a
la menor oportunidad para pacificar Medio Oriente. Aprovechando el tour, ya de regreso,
quizás la implemente en Ucrania.
Desprevenidos podrían conjeturar que con la salida de AMLO de Palacio Nacional se
acabarán las ocurrencias. Todo indica lo opuesto. Claudia Sheinbaum es el otro yo de Andrés
Manuel o el otro Andrés Manuel o también Andrés Manuel. Asegura la misma intensidad tanto
en violencia interior como en incompetencia exterior sin apartarse de la estricta directriz
obradorista. Se dice que el ridículo es lo único que no debe hacer un político. López Obrador
lo hace a diario y además muy bien desmintiendo la conseja. Hay que prever epatantes
performances de Claudia Sheinbaum rodeada de mexicanos muertos o en misiones de paz
internacionales. Todo con muchos “otros datos” y lujo de neoliberales.
AMLO, Claudia, Palestina e Israel
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