Parecía una estrella, hermosa se miraba al horizonte, nadie esperaba ahí el estruendo, todos temían al olor a muerte; los cercanos acusaban a la naturaleza por su obra, ese cielo iluminado figuraba un espectáculo poco visto, mas las bocas han callado, los ojos se han nublado por las lágrimas que han gritado, sembrando pena, dolor y miedo…
¿Dónde están nuestros hermanos?, ¿dónde están nuestros dioses?, ¿dónde el amor que se profesa en nuestro mundo?, ¿dónde están las horas de reflexión en templos?, ¿hasta qué jodido momento hemos llegado?
Hemos caído, ¿dónde?, ¿a un sitio donde se invierte en bombas y se olvida a la salud, educación y más?, ¿a un mundo que busca la destrucción del mal con explosiones, fuego y balas, pero no combate la pobreza, la violencia e inequidad? ¡Ja! ¿un mundo que dice amar al otro, unirse en las penas, pero lastima a sus hermanos sin malestar?
¡Vaya lógica de quienes representan nuestras ideas, nuestro mundo, nuestro vivir!
Vaya la existencia de aquellos grupos que promueven el amor pero lo hacen con guerra, esos que dicen amar al prójimo pero le golpean con escudo y sin remordimiento alguno; esos que dicen cuidar el orden del nuestro bello mundo, pero destruyen lo que miran y el suelo que caminan; esos que aman su tierra, pero utilizan balas para acabar con sus nativos; eso que rezan un rosario, cargan libros de fe o de leyes que se llaman ejemplo, líderes y empuñan su bandera con sangre, destrucción y sobre todo su lucha por el poder y un extra de centavos ingastables, mientras otros rezan ¡Cesen los misiles!, ¡alto a la guerra!
Los días han pasado y hemos dejado a lado del conflicto entre Israel y Hamas, Rusia y Ucrania, sabíamos que esto pasaría, hoy nadie lo menciona mientras las víctimas se han olvidado.
