Hace 10 años, el director mexicano sorprendía a la cinematografía en el mundo no sólo por haber sido galardonado como mejor director en Cannes sino por el relato crudo y violento de su largometraje Heli (2013) en el que unos jóvenes se vinculan con el crimen organizado por el robo ingenuo de unos paquetes de cocaína, en un pueblo desconocido en México.
Tres años más tarde y dos trabajos después llegaría la película que lo consolidaba como director mexicano con La región salvaje (2016) un cuadro familiar distorsionado entre el erostimo y la sexualidad en una comunidad rodeada por un pulpo gigante a manera de analogía por las compejidades contenidas de cada personaje, dando como resultado una mezcla de horror y fantasía.
En ambas, Escalante apunta a unas puestas en cámara fijas, espectantes, permitiendo que seamos observadores de los relatos y en transgrede, no los vuelve cómodos juega un poco con una narrativa cercana al cine de no ficción.
Tras un largo recorrido haciendo contenidos para la televisión, Amat Escalante regresa al cine con una nueva historia que debutó en el festival de Cannes de este 2023.
La película se llama Perdidos en la noche y comienza con Paloma. Una mujer activista con micrófono, sentada en una mesa, en la intemperie de una comunidad rodeada por sus habitantes. Organiza una protesta contra la instalación de una minera local. Con el rechazo de algunos, pensando que las mina les daría el trabajo que no tienen y evitaría que las familias se desintegren por la migración.
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Una noche, mientras Paloma viaja en auto por la carretera, son cercados por la policía local, matan al conductor, a algunos acompañantes, y se llevan a Paloma. A partir de ese momento, desaparece.
Cinco años después de ese hecho, su hijo Emiliano (Juan Daniel García Treviño), sin recibir respuesta de las autoridades, comienza a buscar a su madre por su cuenta. Cuando logra interrogar a un policía que ha sido víctima de un ataque del crimen organizado, éste le refiere la casa de una familia de celebridades. Una mujer actriz y cantante (Barbara Mori); su esposo un artista conceptual (Fernando Bonilla) y Mónica (Ester Expósito) la hija dedicada a ser una influencer de redes sociales. Es una familia beneficiada por la construcción de la mina.
Emiliano se ofrece para trabajar como personal de mantenimiento en esa casa, pues sospecha que su madre ha sido enterrada en la propiedad.
La película se convierte entonces en el encuentro de las clases sociales unidas por la violencia. Una familia involucrada con la desaparición de personas, amparada por la policía local; un esposo amedrentando a grupos religiosos de la comunidad, además de los signos de violencia familiar al interior de la casa. El entorno de violencia permea en cada uno de ellos, en las propias autoridades y en el propio conexto social en el que se desarrolla la película.
Aquí, Amat ya no apela a los planos del cine de no ficción y se siente menos transgresor que en sus anteriores trabajos, pero consigue hacernos parte del relato, en el que todas y todos nos movemos en la criminalidad. Nos olvidemos de la moral con tal de no asumir las culpas, y hasta de nos permite ser parte de esa búsqueda de la salida fácil de los conflictos.
Un relato de violencia que no distingue condiciones ni clases sociales. Perdidos en la noche, ya esta disponible para verse en plataformas y recomiendo no pasarla desapercibida.
Nos leemos el jueves.