Félix de Azúa renuncia a El País

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No solo Fernando Savater ha sido despedido de El País. El 29 de enero también Félix de Azúa,
intelectual español, abandonó esas páginas en apoyo al filósofo, aburrido y decepcionado de un
periódico entregado con armas y bagajes al Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y al
presidente del gobierno Pedro Sánchez. No es menor que hombres de pensamiento libre
renuncien al periódico. No hay más explicación que la censura a colaboradores opuestos a los
intereses del negocio de los dueños del grupo PRISA, del que depende el diario, en el ejercicio
de su libertad de expresión. La verdad ya no es para el boletín oficial del gobierno objeto
preferente, tampoco la denuncia de excesos y atropellos del poder. El País opera como tapete
en que se arrodillan disidentes exculpados una vez que abdican de la crítica. La resistencia a
prescindir de las ideas propias se castiga con la expulsión del medio. No sorprende tanto que
sólo Félix de Azúa haya tomado la puerta de salida. En realidad, El País es ya un rotativo
domesticado en que únicamente caben voces complacientes con la empresa que les paga el
salario. No hay opinión, ni periodismo, ni información. En todo caso, información, periodismo
y opinión al servicio de las expectativas de negocio de los dueños. La sumisión y la docilidad
nunca han sido compañeras de la actividad informativa, de manera que hay que concluir que El
País no es un medio de información. Se trata de un agente cómplice de intereses políticos a
cambio de mayor financiación. Un negocio disfrazado de medio de comunicación. Ahora
mismo PRISA acomete una ampliación de capital de cien millones de euros que se sumarán a
una deuda que alcanza los mil millones. Una empresa inviable que huye hacia adelante con
previsible desenlace.


En entrevista al portal español Periodista digital, de Azuara explica las razones de su
dimisión: “La deriva del periódico es claramente de sumisión al poder. Lo mínimo que se le
pide a un medio es que sea independiente y valiente”. Sin valentía ni independencia un
periódico no tiene justificación. Estas carencias exhiben algo más en opinión del escritor:
Pedro Sánchez “ha comprado a los medios de información que le podían hacer sombra, de tal
modo que pueda gobernar, como Franco, sin oposición ni control”. Equipara un gobierno
aparentemente democrático con una dictadura que ha contado con el soporte del periódico en
una confabulación contraria al Estado de Derecho. Como si hiciera falta, consigna los
verdaderos directores del periódico para quienes la directora nominal, Pepa Bueno, es un
correveidile: “Yo no creo que sea la directora verdadera. Hasta hace poco los verdaderos
directores eran [José Luis Rodríguez] Zapatero y [Miguel] Barroso. Una vez muerto Barroso el
jefe de la empresa, Oughourlian, ha llamado a Moncloa para que le digan a quién debe poner
en la dirección. Tanta es la independencia…”


Contrario al pensamiento libre, El País es un aparato de censura dependiente del poder
político. Ya no puede considerarse un medio de información. No es creíble que periodistas
independientes colaboren en sus páginas porque todos los periodistas libres se han marchado.
¿Qué es El País? Nada, desde el punto de vista de comunicación. Su existencia se debe en
exclusiva a su servilismo con el poder porque el poder facilita su financiación. En reciprocidad,
ya no es un periódico aunque lo aparente.

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