La incorporación desmedida de IA en productos cotidianos
La tendencia de incorporar inteligencia artificial (IA) en productos cotidianos ha llevado a un aumento significativo en los costos, generando una fiebre por la tecnología que plantea interrogantes sobre su verdadera utilidad.
Desafíos sobredimensionados
La introducción de IA en productos que históricamente han demostrado su eficacia desde la simplicidad, plantea la pregunta de si estamos resolviendo problemas reales o simplemente creando complicaciones innecesarias para justificar precios elevados.
Cepillos de dientes con IA: más que una limpieza
Ejemplificando esta tendencia, Oral-B ha lanzado un cepillo de dientes que utiliza IA para «reconocer el estilo de cepillado y proporcionar retroalimentación en tiempo real», con un costo de 145 euros. Este enfoque se percibe como una redefinición de tareas simples para ofrecer soluciones costosas y complejas.
De almohadas a carritos de bebés: IA en todas partes
El reciente Consumer Electronics Show (CES) exhibió una almohada con IA que ajusta su posición si detecta ronquidos, valorada en 980 dólares. Además, GlüxKind presenta un carrito de bebé con IA que analiza el entorno y alerta sobre posibles peligros, incluso avanzando de forma autónoma en el modo «manos libres».
Productos «DogTech» y puertas para gatos con IA
En la era de la tecnología centrada en mascotas, se han desarrollado wearables para perros, como un collar y comedero con IA que ajusta la cantidad de comida según el ejercicio del animal. Por otro lado, una puerta para gatos con IA no se abre si detecta que el felino lleva una presa consigo.
¿Mejora de vida o trampa del exceso?
La proliferación de productos con IA plantea la pregunta crucial: ¿estamos mejorando la calidad de vida con estas innovaciones o simplemente cayendo en la trampa del exceso y el hype? Si bien algunos productos pueden tener su público y sentido, la necesidad de transformar productos esenciales con costosos toques de IA merece una cuidadosa reflexión sobre su verdadera utilidad.
En un mundo inundado por la inteligencia artificial, la sociedad se enfrenta a la encrucijada de discernir entre la mejora genuina y la simple saturación de tecnología en nuestras vidas diarias.
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