El consumo audiovisual actual evidencia una marcada inclinación de la juventud hacia la práctica de utilizar dispositivos adicionales durante la experiencia televisiva, fenómeno conocido como «segunda pantalla». Datos de estudios señalan que aproximadamente el 56% de los televidentes participa en el «covisionado» mediante el uso de teléfonos móviles. En Estados Unidos, un considerable 40% prefiere ver aplicaciones en dispositivos móviles durante las pausas publicitarias, generando inquietudes acerca de la falta de atención hacia el contenido televisivo y la efectividad de los impactos publicitarios.
Un estudio británico revela que los espectadores consultan sus teléfonos hasta 8 veces durante un programa de 30 minutos. La generación Z, nacida entre 1997 y 2012, representa una audiencia hiperconectada, lo que dificulta la captación constante de su atención. Este grupo demográfico muestra que el 72,5% de los espectadores de 18 a 24 años consulta su móvil, sugiriendo que esta tendencia persistirá en la edad adulta. El aumento del consumo de vídeo en Internet también sugiere que los televidentes podrían prestar atención a diferentes contenidos simultáneamente.
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Esta transformación en los hábitos de consumo impacta significativamente en la publicidad. Aunque algunas investigaciones sugieren beneficios sociales al fomentar la interacción social a través de comentarios sobre programas de televisión, las repercusiones en la industria audiovisual son notables. La falta de atención hacia los contenidos publicitarios podría cuestionar la efectividad de la publicidad televisiva tradicional. Los anuncios diseñados para captar la atención exclusiva del espectador experimentan una disminución de efectividad cuando los televidentes dividen su atención entre la televisión y otros dispositivos.
Esto plantea la pregunta crucial de si deberían crearse contenidos considerando este fenómeno. La convivencia entre diferentes pantallas podría aumentar en el futuro, especialmente entre usuarios de televisiones conectadas. En este contexto, la industria audiovisual se enfrenta al desafío de adaptarse a una audiencia hiperconectada que prioriza la experiencia fragmentada y simultánea. La rapidez con la que evolucionan las tecnologías y los hábitos de consumo requiere una reflexión profunda sobre cómo los creadores de contenido y los publicistas pueden mantenerse relevantes en este entorno dinámico.
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No cabe duda de que actualmente, la juventud exhibe una marcada inclinación hacia el consumo audiovisual, manifestada en la práctica común de sostener y consultar dispositivos adicionales mientras disfrutan de sus programas favoritos en la televisión. Este comportamiento, lejos de ser una excepción, se ha convertido en una conducta generalizada entre los televidentes. La intersección entre la tecnología y el entretenimiento ha generado una dinámica única que redefine la forma en que interactuamos con los contenidos televisivos y publicitarios. La industria audiovisual se encuentra en un momento crítico de ajuste y adaptación, donde comprender y abrazar estos nuevos hábitos de consumo se vuelve esencial para su supervivencia y éxito continuo.
