Para quien ha seguido esta columna, es sabido que se han realizado textos con un perfil crítico y convergente entre varias áreas del conocimiento y del propio ejercicio periodístico de la opinión.
Hoy siendo todavía el primer mes del año, quiero compartir con la audiencia crítica e ilustrada de este medio de comunicación, una postura sobre el cómo desenvolverse en la ciudadanía digital, para construir una mayor conciencia al momento de consumir, crear y compartir contenidos dentro del tejido de las plataformas y redes metaversales de internet.
Toda actividad necesita una serie de tareas de preparación previa, y es imposible dudar que los productos de Tik Tok, Instagram, Facebook, Tinder y demás ciber esferas de la galaxia virtual, no contienen una serie de pasos programados y pensados, que implican el uso de una serie de objetivos y metas claras e infalibles para con el usuario, prosumer, cyberself, internauta y demás habitantes de la digitalidad, para hacerlos responder con actividades de vida asociativa multitemática.
Es decir todo, o casi todo, está planeado, programado, promovido y animado, con antelación, pues el algoritmo crea, inventa, determina y personaliza nuestras voluntades, en una arquitectura del autoengaño inducida por un ser ajeno, omnipresente y omnisciente, que es al mismo tiempo uno mismo con las especies invisibles del ciberespacio.
El algoritmo es poseedor de la verdad, la imagen, el engaño, la belleza, la fealdad y lo grotesco. No es casualidad su trayectoria, pues en tiempo luz nos llega información y contenidos del mundo entero, y alguien es el culpable de ello; no solo los diseñadores de las plataformas, sino una clase de capitalismo hiper sensibilizado, al momento de ordenar cuáles deben ser nuestros miedos, odios, violencias, amores, vulnerabilidades y fortalezas.
Me pregunto, si el algoritmo como el nuevo Dios de la psique ha sido planeado, diseñado y aplicado ¿por qué nosotros como audiencias no podemos estar igual de preparados para dejar de ser ingenuos participantes de las actividades virales del metamundo digital?
Un propósito como disparador o impulso inicial, busca crear un ambiente capaz de suscitar el interés de los consumidores de la red, pero ¿podríamos estar motivados no solo por este propósito sino por cuestiones pertinentes, que de igual forma sean de goce y disfrute de bienes culturales/digitales? Internet nos anima a participar bajo sus metodologías y prácticas que se ciñen a no lugares donde la interacción no es sinónimo de simpatía cimentada en el ser y estar del humano, más bien nos lleva a una especie de autocultivarnos una idea de trabajo voluntario, que exige acciones virtuales para sentirlas gratificantes y productivas; un like es la diferencia entre la vida y muerte en la cibercultura.
Albert Camus escribió –hacer frente a la historia y a sus acontecimientos- para referirse que las personas podemos ser capaces de dejar de vivir en la mediocridad, actualmente debemos ser hábiles para crear una sociedad altamente útil, donde el potencial animador no sea solo el triunfo del flaneo viral de un baile gracioso, sino el de un ciudadano que viva la digitalidad con la adquisición de saberes necesarios para incrementar su calidad de vida desmaterializada.
Por ello invito (incluyéndome) a en primer lugar, sensibilizarnos de que existimos y nos situamos en un mundo asimétrico y violento, para despertar un interés genuino y valioso de acción no solo para nosotros, sino para compartir con el otro.
Después informarnos mejor, para desterrar en lo posible, a las fakenews y posverdades, es decir, socializar datos y hechos basados en investigaciones que nos hagan participar como usuarios, para mejorar las intenciones de la información.
COMUNICARNOS, poner en común, generar comunidades no asimétricas sino estables con un perfil de paz, donde nos situemos en la mejor comprensión de las emociones y sentimientos, así como de nuestras actividades económicas, académicas, culturales y políticas.
Comunicabilidad entre personas con un fin compartido, donde las familias, amigos, parejas y grupalidades, de todos los colores, tomemos una posición de actuar transformador para pasar de una vida pasiva a una asumida.
Respetar los intereses espontáneos, las aspiraciones manifiestas, no hacer cyberbullyng, emprender un nuevo nivel de conciencia ante los diversos estilos y formas de amar, vivir y sentir.
Motivarnos y sensibilizarnos en las inquietudes, situaciones, preocupaciones y actividades no solo de los personajes de la viralidad triunfante, sino en los hombres y mujeres, y en todas las formas identitarias que nos enriquecen y dan vida a la acción social, para reconocerlos como entes de incidencia, con los cuales el contacto nos entusiasme a una actitud y conducta de dialogo y nunca de imposición.
Una transferencia de tecnologías sociabilizadoras y no intrusivas, para colaborar en las posmasividad de conocimientos, métodos y técnicas de actuación necesarios para llevar a cabo un tejido digital inclusivo y libre de odios.
Sumamente difícil tratar de realizar estas acciones, pero nuestra actuación social no puede estar sujeta a un solo sentido de trabajo/consumo como ciudadanos digitales. No deseo ser otra más de esa multiplicidad de iniciativas vacías de buena voluntad, estaré congratulado con quien desee no desaprovechar este texto que se pone al servicio del trabajo en conjunto.
Al tiempo…
LA CIMA 12/01/24
Textos híbridos de periodismo contemporáneo
Bernardino Rubio Tamariz