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En este capítulo de los errores garrafales de Einstein (Científico al que admiro con toda mi alma. Recuerden que solo es una excusa linda para escribir sobre temas que te pueden cambiar la visión de la propia existencia) vamos a ver el que el propio Einstein consideró el gran error de su vida. Un concepto super interesante que cambió, hace apenas 100 años, todo el pensamiento transcendental sobre que es el universo, su origen y su posible final.
Toda la vida, desde los antiguos griegos, se ha pensado que el universo es algo estático. Todo ha estado más o menos igual desde siempre y lo estará hasta el final de los tiempos. Esta era la visión que tenía nuestro querido Einstein. Una visión romántica de un universo infinito y estático. Siempre estuvo ahí tal y como lo vemos y siempre lo estará.
Pero había cosas que no cuadraban con este concepto tan bello y tampoco hacía falta ser un genio para darse cuenta. Por ejemplo, si la fuerza de la gravedad es atractiva, es decir, hace que los objetos se acerquen entre sí, poco a poco, muy lentamente, debería hacer que las galaxias y estrellas se fueran acercando. Toda la masa del universo debería tender, en un proceso de miles de millones de años, a ir acercándose hasta concentrarse en un solo punto.
Esto es algo claro e indiscutible con solo observar cómo se comporta la gravedad y Einstein, que no tenía un pelo de tonto, era consciente de ello. El universo no podría ser estático. Al menos la gravedad debería hacer que todo tendiera a acercarse. Esta idea le desagradaba enormemente y Einstein hizo algo sorprendente, de lo que luego se arrepintió toda su vida, cambió su fórmula de la relatividad general, introduciendo a mano un nuevo concepto, la “constante cosmológica” que se oponía a la gravedad. Era algo totalmente inventado, una fuerza contraría a la gravedad, es decir una fuerza repulsiva, que permitiría el universo estático e inmóvil que tanto le agradaba conceptualmente. Fue un as sacado literalmente de la manga, para salirse con la suya y callar la voz de los que le criticaban. El universo sí podría ser estático. Tan solo necesitó inventarse una fuerza nueva que lo permitiría.
Pocos años después, en la década de 1920, se descubrió algo que lo cambió todo. El universo definitivamente no era estático, pero ojo, el universo tampoco se estaba comprimiendo por la gravedad, el universo… ¡se estaba expandiendo! El más famoso de los astrónomos, el americano Edwin Hubble, observó que las galaxias se alejan de nosotros, pero no solo eso, observó que contra más lejos está la galaxia, más rápido se aleja de nosotros. Y ahora concéntrense que llega algo hermoso. Las galaxias no se alejan porque se muevan, se alejan porque el propio espacio del universo, el propio vacío se “estira” No se preocupe, que vamos con un ejemplo muy visual para que lo entienda.
Imagínese un bizcocho con pepitas de chocolate que metemos en el horno con levadura. Según aumenta la temperatura el bizcocho empieza a crecer y las pepitas de chocolate, que serían las galaxias, se van alejando más las unas de las otras, ¡sin que estás se muevan! Es el propio bizcocho el que va creciendo. El bizcocho sería el vacío, sería el propio espacio al que pertenecemos que se va estirando, que va creciendo, haciendo que los objetos dentro de ese espacio (las propias galaxias que son como las pepitas) se vayan alejando las unas de las otras.
Cuando Einstein vio esto se quería morir. Lo llamó públicamente “mi mayor error” y automáticamente quitó la constante cosmológica de su famosa ecuación. Ahora ya toda la comunidad científica tenía muy claro que vivíamos en un universo en expansión, donde las galaxias se alejaban las unas de las otras, como en el ejemplo del bizcocho, a altas velocidades. Y de ahí, una mente prodigiosa, la de un físico sacerdote, el gran y a veces incomprendido padre Lemaitre, tuvo una visión increíble; si el universo se está expandiendo y ponemos marcha atrás la película de la historia, en el pasado todo tuvo que estar más y más cerca. Hace 100 años todo estaba más cerca que ahora. Hace 1 millón de años más. Hace 1000 millones de años, muchísimo más cerca, hasta llegar a un punto, que se estimó en unos 13.700 millones de años, donde todo debería estar en un mismo lugar, un principio de todo, algo a lo que se llamó, unos años después, el Big Bang.
Un momento de la historia donde todo lo que conocemos, todas las estrellas y galaxias estaban concentradas en un solo punto. Al pobre sacerdote Lemaitre se le criticó enormemente por esto. Qué casualidad que un cura de una explicación donde todo el universo tiene un principio. Un claro principio del propio tiempo y el espacio… ¿un cura insinuando la mano de Dios?
Pero eso es para otro artículo, mis queridos iniciados en la ciencia. ¡Feliz Navidad! Disfruten mucho de sus familias y no se olviden de mirar al cielo con ojos de amor.