Democracia e Independencia

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La Democracia y la Independencia son dos preceptos que se conmemoran en septiembre, la primera forma parte de la agenda internacional , la segunda adquiere un lugar especial en nuestro país en el marco de la conmemoración del Grito de Dolores. Sobre lo primero, afirma la actual directora general de la UNESCO, Audrey Azoulay : Si la UNESCO celebra cada año el Día Internacional de la Democracia es porque el “ideal democrático” trae aparejado el imperativo de “dignidad, igualdad y respeto de la persona humana”, como recuerdan las palabras de nuestra Constitución.

El multilateralismo, tal como lo practicamos en la UNESCO, es el hálito que da vida, entre las sociedades y dentro de ellas, a este proyecto democrático, portador de un proyecto humanista basado en el intercambio, el debate y la libre participación de todas las personas.   En este sentido, la Democracia sigue siendo un reto en las sociedades contemporáneas porque son muchos los países que han caído en el autoritarismo, en las dictaduras o que se encuentran en guerra, incluso la misma guerra comercial pone en jaque el sentido de la Democracia cuando el poder económico se quiere sobreponer al poder político o viceversa. De hecho, en estados que son fundamentalistas o que tienen regímenes de usos y costumbres , la Democracia prácticamente es inexistente y sin ella, no existen las garantías básicas de los derechos humanos. Lo que ocurre cuando no existe una Democracia es que se impone la tiranía, la opresión y se propaga la ignorancia, y los gobiernos imponen sus propias leyes.

La reacción es la búsqueda de la libertad, el deseo de crear instituciones que protejan al ciudadano y el anhelo de la justicia y el uso y goce de las libertades se convierten en una necesidad social, espiritual y humana. Eso conlleva a la revolución, a la lucha por la independencia y a la libertad plena en todos los sentidos; para alcanzar esa libertad se alzan los pueblos y naciones enteras se unen en una sola voz y empuñan sus manos para dar la batalla para abolirse de los males que les aquejan.  En México esta Independencia costó batallas, furas y pérdidas de miles de personas, el pueblo mexicano pacífico como lo era, se sublevó contra el virreinato, después contra la tiranía, luego contra el Imperio y desde luego contra la tiranía. Sin embargo, esta Independencia que conlleva consigo la felicidad de los pueblos, se ha visto mermada por la cuota, el pago de piso, la violencia y el miedo.

En gran parte del país, los mexicanos somos rehenes del miedo, de la angustia o del temor, no solamente ahora del crimen organizado sino de expresar nuestro punto de vista ante gobiernos locales que se han vuelto represores, intolerantes y poco amistosos con la divergencia (punto central de toda democracia). Por ello, en nuestro país, la idea de la Independencia como tal debe ponerse en un nuevo debate, se debe cuestionar con seriedad cuáles son estos preceptos que sustentan nuestra actual democracia. Creo profundamente que incluso los escritores deben hacer una pausa y escribir sobre ello, invitar a la reflexión y hacerlo nosotros mismos. El papel de un creador o de un artista no es el de ser espectador anónimo, sino activista comprometido con la realidad social. En este punto ya no existe cabida para la pregunta de quién fue el primer culpable; por el contrario, debemos abrirle paso a las respuestas colectivas y rediseñar nuestra sociedad y nuestras estrategias participativas.

La Independencia no se logra si no hay autonomía en las ideas, libertad de expresión y soberanía en los pensamientos, y tampoco si se vive con miedo. Eso conlleva a la práctica de la democracia, ya que esta tiene su base en la participación ciudadana, es decir, la soportan los ciudadanos, así que sin ciudadanos no puede haber democracia. Por ello, es indispensable defender nuestra Democracia que va mas allá del ejercicio electoral y salgamos a construir una Independencia social, una rebelión del pensamiento en donde ser capaz, preparado e inteligente sea un requisito para tomar las mejores decisiones porque después de todo y al final de todo, somos una sociedad que merece que quienes nos gobiernan den lo mejor de sí mismos a una nación compleja y diversa, pero vasta y rica en todas sus dimensiones.

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