
Ciudad de México.— Entre gallos en jaulas, caballos y banderas, miles de personas provenientes de distintos estados del país marcharon este jueves en la capital para defender lo que consideran tradiciones arraigadas: las peleas de gallos y las corridas de toros. La manifestación llegó hasta el Zócalo con un mensaje: “el gallo nace para pelear” y estas actividades son parte esencial de la cultura de los pueblos y rancherías.
La movilización surge luego de que el Congreso de la Ciudad de México aprobara en marzo una reforma que permite las llamadas “corridas de toros sin sangre”, aunque dejó fuera la prohibición de las peleas de gallos, al reconocer su arraigo cultural en algunas alcaldías. La decisión fue respaldada por la presidenta Claudia Sheinbaum, aunque se anunció que el tema requerirá de consulta.
Los manifestantes advirtieron sobre el riesgo de que esta tradición desaparezca, como ya ocurrió en estados como Veracruz y Quintana Roo, y demandaron ser escuchados antes de que se impulsen nuevas prohibiciones.
“Si solo escuchamos a la gente de las ciudades o de los edificios es muy difícil obtener el verdadero valor del gallo de pelea. Para hacer una verdadera consulta se tiene que ir a los pueblos”, señaló Francisco Baluarte, criador en el Estado de México, quien destacó que la actividad genera más de dos millones de empleos directos e indirectos en el país.
Por su parte, José Antonio Villa Landeros, criador de Guanajuato, afirmó que el gallo de pelea “nace para pelear” y que no se trata de maltrato animal, sino de respetar su naturaleza. “Lo trae en los genes”, dijo.
En el mismo sentido, Mario Delgadillo, criador de Tepotzotlán, aseguró que hay desconocimiento sobre la especie y pidió a la presidenta visitar las galleras para conocer las condiciones en las que se crían los animales. “No hacemos maltrato animal. Incitamos a que esta labor sea reconocida como patrimonio cultural inmaterial”, subrayó.
Actualmente, las peleas de gallos son consideradas patrimonio cultural inmaterial en estados como Hidalgo, Aguascalientes, Nayarit, Tlaxcala y Zacatecas, y representan una actividad que —de acuerdo con los organizadores— genera alrededor de tres millones de combates al año, con un uso aproximado de 40 millones de aves de pelea.