No fue causal la ausencia de varios integrantes del Gobierno Federal hace días durante el evento anual más importante del sector industrial organizado en México, realizado en Nuevo León, y tiene diversas aristas.
Apenas una semana antes, la presidenta Sheinbaum recibió en Palacio Nacional a empresarios estadounidenses en un intento por calmar la incertidumbre que ha causado a los inversionistas las reformas al Poder Judicial. Si tuvo o no éxito el cónclave, más allá de los modestos anuncios y la imagen del “líder” empresarial mexicano implorando su acceso a las puertas de Palacio, está por verse. Por otro lado, en estos días está por anunciarse de manera oficial el consejo diseñado ex profeso desde el gobierno, el cual cambiará de nombre se Consejo Asesor Empresarial al de Consejo para la Relocalización y Desarrollo Industrial: ¿es que acaso no existe ya un organismo, con más de cien años de existencia y poder de interlocución avalado por la Ley de Cámaras y Asociaciones, encargado de promover los intereses del sector industrial mexicano? el mismo al que la titular del Ejecutivo y varios secretarios de Estado hicieron vacío la semana pasada en Monterrey, en la cada vez más intrascendente Reunión Anual de Industriales.
Y no, la culpa no es de su actual dirigencia ni del momento político o la lógica agenda complicada de un funcionario a veintitantos días de ocupar su cargo: la responsabilidad es de quienes usan a los organismos empresariales para sus intereses particulares, chapulines que pasan sin recato del gobierno estatal de EPN al organismo de representación empresarial en Edomex (al que después descalificarán para impulsar otro “consejo” a modo), de ahí a la máxima representación industrial, después a la cúpula empresarial nacional donde antes de irse pretende dejar herencia, y próximamente a ocupar espacio en el nuevo consejo que anunciará el gobierno, que en los hechos seguirá erosionando la capacidad de los organismos legalmente establecidos.
Estos grises y trepadores personajes, sin escrúpulos ni vergüenza han utilizado la historia y estructura de los organismos intermedios, y van dejando en el camino un triste rastro de su egotismo. Lo que antes era pragmatismo hoy es un decadente clientelismo que sólo es benéfico para el imaginario personal pues, ¿en cambio algún sector industrial o empresarial ha resultado beneficiado o defendido de manera eficaz en estos últimos años? Las respuestas están a todas luces.
Hoy la economía internacional enfrenta otro ciclo económico en que los países tienden a cerrar sus fronteras y proteger sus mercados internos, momento atizado por el ambiente bélico. Una cuestión clave es si los empresarios mexicanos contarán con efectiva representación de sus intereses legítimos generales, o continuarán manteniendo rémoras sin conocimiento o convicciones, que les den palmadas en la espalda y hagan promesas cual patético aspirante a político. Esto, aunque no lo quieran, un día será historia.