El mundo está fallando a los trabajadores humanitarios
y, por extensión, a las personas a las que sirven.
Organización de las Naciones Unidas
La guerra, el hambre y la pobreza son invenciones del hombre. Si bien es cierto que nunca como ahora tenemos la capacidad de hacerle el bien a un mayor número de personas, resulta un hecho que no lo hacemos o cuando menos, quienes tienen el enorme potencial de hacerlo por tener a su alcance los recursos de mayor impacto no lo hacen. Duele reconocerlo pero jamás habíamos estado en un escenario de crisis tan graves como las que estamos viviendo, la globalización de la tecnología es también la globalización de la violencia y prácticamente en tres cuartas partes de la tierra se están librando guerras de cualquier tipo y de naturalezas diferentes. Lo profundamente doloroso de esto es que se pierden vidas de niños y de niñas, civiles inocentes y personas que mostrando el rostro también de la esperanza y del amor al prójimo se suman a prestar su ayuda humanitaria.
Para honrar la memoria de ellos y realizar una protesta enérgica, la Organización de las Naciones Unidas conmemora el 19 de agosto el Día Internacional de la ayuda humanitaria, lo hace con una campaña importante #ActuarPorLaHumanidad a la que habríamos de sumarnos todos. En su página web se observa una foto, al pie se lee: la destrucción del hospital Al-Shifa en Gaza tras el asedio de las fuerzas israelíes. La ONU reiteró que los hospitales deben ser respetados y protegidos; no deben utilizarse como campos de batalla.
Si un mundo con guerras es difícil mucho más lo resulta uno sin la ayuda de esta legión de voluntarios. En su reflexión la ONU comparte esta información: El año 2023 fue el más mortífero para los trabajadores humanitarios desde que existen registros. Este 2024 puede ser aún peor. Estos hechos ponen al descubierto una verdad evidente: el mundo está fallando a los trabajadores humanitarios y, por extensión, a las personas a las que sirven (…) A pesar de las leyes internacionales universalmente aceptadas para regular los conflictos armados y limitar sus efectos, las violaciones de estas normas continúan sin cesar, sin siquiera cuestionarlas o controlarlas. Y mientras los civiles, incluidos los trabajadores humanitarios, pagan el precio con sus propias vidas, los perpetradores continúan evadiendo la justicia.
El llamado de la ONU es claro, enérgico y debe ser replicado porque nadie está fuera de una línea de guerra que cambia de rostro, pero que mata y hiere a sociedades enteras: No se puede permitir que continúe este fracaso de quienes están en el poder. Deben cesar los ataques contra los trabajadores humanitarios y sus medios e instalaciones. Deben cesar los ataques contra civiles e infraestructuras civiles. En este Día Mundial de la Asistencia Humanitaria exigimos el fin de estas violaciones y de la impunidad con la que se cometen. Es hora de que quienes están en el poder pongan fin a la impunidad. Deben #ActúarPorLaHumanidad.
Por Mauricio Leyva
