El cantaor español Diego El Cigala, reconocido por su versatilidad en la música latina, se sumerge profundamente en el mundo del bolero con su más reciente producción discográfica, «Obras Maestras». Tras más de dos décadas de coquetear con el género, el artista se aventura finalmente a grabar un álbum completo dedicado al amor y desamor.
Desde sus inicios musicales, El Cigala ha explorado diversos ritmos latinos, fusionando su raíz flamenca con sonidos de la salsa, el son cubano y el bolero. Su viaje musical comenzó con «Lágrimas negras», colaboración que marcó un antes y un después en su carrera junto al virtuoso pianista cubano Bebo Valdés.
No obstante, el flamenco no fue su único destino. El camino de El Cigala hacia la música bailable se materializó con «Indestructible», un disco de salsa que contó con la participación de destacados músicos cubanos y colombianos. Ahora, el artista se adentra por completo al bolero, llevando consigo clásicos como «Voy» del compositor mexicano Luis Demetrio.
En su más reciente gira, que inició en julio por España y ha recorrido Estados Unidos y Canadá, Diego El Cigala se presenta en México con dos conciertos el 21 y 23 de noviembre en el salón La Maraka, donde deleitará al público con su repertorio de «Obras Maestras».
En una íntima charla con El Sol de México, El Cigala reveló que la selección de las diez canciones del álbum le llevó casi dos décadas y tres años de producción. Entre ellas se encuentran joyas como «Ay cariño», «Sin un amor», «Adoro», «Espérame en el cielo» y «Piensa en mí».
Su amor por la música latina se gestó desde su infancia, influenciado por la colección de discos de su padre, donde resonaban las melodías de Lucho Gatica y otros maestros del bolero. «El bolero se canta como el flamenco», comenta El Cigala, destacando la conexión emocional que siente con temas como «Corazón loco» o «Dos gardenias», interpretados originalmente por bulerías.
El artista confiesa que esperó pacientemente hasta sentir el impulso de cantar boleros. Su encuentro con Bebo Valdés marcó el inicio de esta pasión, seguido por su colaboración con el pianista Jaime Calabuch, presente en todas sus presentaciones.
A pesar de la admiración y el respeto que sentía por los grandes del género, como Armando Manzanero, El Cigala se aventuró a reinterpretar clásicos como «Adoro», logrando imprimir su propio estilo sin perder la esencia original.
La unión entre el mundo del flamenco y el bolero se convirtió en una experiencia mágica para El Cigala durante su gira europea junto a Bebo Valdés. A pesar de cierta timidez inicial, el escenario se convirtió en un espacio donde los boleros llenaban de felicidad al artista, permitiéndole sumergirse en un universo de amor y desamor.
Con una pasión desbordante, Diego El Cigala demuestra que el bolero ha encontrado en él un intérprete entregado, capaz de embriagar el alma con sus emotivas interpretaciones, fusionando la esencia del flamenco con la magia del género romántico por excelencia.
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