Las «tejedoras espías» eran mujeres que durante la Primera y Segunda Guerra Mundial utilizaron sus habilidades en el tejido para codificar y transmitir mensajes secretos.
Este grupo de mujeres, aprovechando su aparente inofensividad y la percepción de que el tejido era una actividad doméstica sin importancia, jugaron un papel crucial en la transmisión de información secreta entre los aliados durante ambos conflictos.
Estas mujeres, muchas de ellas pertenecientes a la clase media y alta, se convertían en espías de manera informal, aprovechando su posición social y la libertad de movimiento que les permitía observar y recopilar información sobre los movimientos de tropas y otros detalles militares. Utilizaban sus habilidades de tejedoras para codificar mensajes secretos en sus tejidos, que luego eran enviados a los altos mandos aliados.
El tejido era una forma ideal para la transmisión de mensajes secretos debido a su naturaleza discreta y la facilidad con la que se podía combinar diferentes patrones y colores para crear mensajes codificados. Las tejedoras espías utilizaban una variedad de técnicas, como la variación de la tensión del hilo, el uso de colores específicos o la creación de patrones complejos, para transmitir información detallada sobre movimientos de tropas, planes de ataque o información de inteligencia militar.
Aunque no existe un registro detallado y universal de los códigos exactos usados por las tejedoras espías (ya que estos podrían variar dependiendo del contexto), se pueden suponer algunos métodos comunes de codificación basados en principios de criptografía de la época y en ejemplos conocidos de otras formas de codificación.
Algunos datos curiosos es que todas las espías recibieron formación en criptografía, en Polonia; ayudaron a la resistencia transmitiendo información sobre nazis, usaban hilos especiales que brillaban bajo ciertas luces, muchas tejían desde sus hogares y otras se encontraban en mercados y parques para intercambiar datos de manera segura, a menudo, las mujeres actuaban como si estuvieran en reuniones sociales para ocultar sus verdaderas intenciones.
Estas historias inspiraron a novelas y películas sobre el espionaje y la resistencia durante la época. La más conocida, «El tiempo entre costuras» de María Dueñas, libro que se convertiría en la famosa mini serie española del mismo nombre.