La posibilidad de convocar a una Asamblea Constituyente, propuesta por el presidente colombiano Gustavo Petro para implementar los acuerdos de paz, ha generado un debate en Colombia. Aunque Petro ha declarado que no busca la reelección y que una Constituyente no es el instrumento adecuado en este momento, no descarta la idea para el futuro. Esta incertidumbre sobre sus intenciones ha despertado preocupaciones entre sus críticos.
La experiencia colombiana
El profesor Yann Basset, de la Universidad del Rosario en Bogotá, señala que la reelección presidencial tiene antecedentes negativos en Colombia. El proceso promovido por el expresidente Álvaro Uribe para permitir la reelección fue polémico y estuvo plagado de casos de corrupción. «Hubo impugnaciones y condenas jurídicas a los congresistas que apoyaron el proceso», recuerda Basset. Tras restablecer la prohibición de la reelección, existe un consenso general en el país para no permitirla nuevamente.
Según Basset, actualmente no es viable un cambio en esta materia: «Petro no es popular en este momento; tiene apoyo de una porción significativa de la población, pero no una mayoría». A diferencia del caso de Nayib Bukele en El Salvador, Petro no cuenta con un respaldo amplio para impulsar una reelección.
El modelo chavista
El Salvador también ha tenido malas experiencias históricas con la reelección presidencial, pero Bukele logró su reelección, aunque no exenta de controversia. «Veremos qué hace Bukele en estos próximos años y si no opta también por una Asamblea Constituyente», comenta Fabricio Betancourt, analista político ecuatoriano. Betancourt advierte que el mayor peligro es que la reelección abra la puerta a un tercer mandato, como intentó Rafael Correa en Ecuador, y como ha sucedido en Venezuela y Nicaragua. «Esto destruye la división de poderes, llevando al absolutismo en democracias institucionalmente débiles».
Betancourt observa que este fenómeno ha sido progresivo tras el avance de la revolución chavista. Los presidentes de izquierda buscan no solo la reelección, sino la reelección indefinida. La politóloga argentina Constanza Mazzina también menciona el caso de Venezuela como un ejemplo de deriva autocrática, donde los gobernantes cambian las reglas para perpetuarse en el poder. En el contexto latinoamericano de instituciones frágiles, esto es particularmente peligroso.
El ejemplo de México
La historia de América Latina está llena de presidentes que intentaron perpetuarse en el poder, socavando las instituciones liberales. Por eso, la prohibición de la reelección ha sido una norma importante en la región. «Un hito fue la revolución mexicana, que promovía la no reelección en respuesta a la dictadura de Porfirio Díaz», explica Basset. Este precedente mexicano ha servido de ejemplo, estableciendo una norma contra la reelección o permitiéndola solo una vez.
Mazzina reflexiona que América Latina nunca ha superado completamente el caudillismo, siempre buscando líderes carismáticos para resolver problemas. Esta tendencia se ve reforzada por la debilidad de los partidos políticos y la decadencia del liderazgo. «En Argentina, por ejemplo, el peronismo, el kirchnerismo y el macrismo están siempre ligados a figuras individuales», señala Mazzina.
El resurgimiento del caudillismo
Basset también percibe un resurgimiento del caudillismo, que considera cíclico. Cree que es posible debatir sobre reformas constitucionales y la duración de los mandatos. Sin embargo, lo problemático es que estas modificaciones se hagan con nombres propios, permitiendo que un presidente en ejercicio se reelija. «La continuidad de un proyecto es diferente a la continuidad de una persona», afirma Basset. Esta tensión entre la lógica institucional y la lógica personal de un caudillo ha sido un problema recurrente en la historia latinoamericana.
Un riesgo para la democracia
Numerosos gobernantes en América Latina han intentado modificar las reglas para mantenerse en el poder más tiempo, lo cual representa un peligro para la democracia en una región con instituciones débiles. La posibilidad de que los líderes utilicen procesos constituyentes o reformas para perpetuarse en el poder amenaza con erosionar aún más la ya frágil institucionalidad democrática de la región.
En resumen, la tendencia a buscar la reelección en América Latina no solo plantea interrogantes sobre la estabilidad democrática, sino que también revive el espectro del caudillismo. Esta dinámica perpetúa la concentración del poder y socava la construcción de instituciones robustas, esenciales para el desarrollo de democracias saludables y sostenibles.